viernes, 7 de julio de 2017

“Conservar el patrimonio cultural es una profunda necesidad humana”

Las iglesias de esta región son consideradas espacios que entrelazan distintas tradiciones culturales.
Arica no solo tiene una especial connotación histórica para los peruanos. Es también parte de un territorio con una enorme riqueza cultural y natural, donde el grupo humano más antiguo se considera el Chinchorro que, según datos disponibles, tienen una antigüedad aprox. de unos 5.000 años.

Arica, junto con Parinacota, actualmente constituye la región más al norte de Chile – la XV- y ha sido también el escenario de un singular proyecto de recuperación de patrimonio.

“Arica y Parinacota – Paisaje Cultural de América”, es la publicación que recientemente presentó la Fundación Altiplano, de Chile, en el Instituto Riva Agüero de Lima. Ellos llevan 20 años trabajando en una zona que va desde el océano hasta los 4.500 metros de altura, y donde viven unas 200.000 personas.

A lo largo de este tiempo, han conseguido la recuperación de 17 iglesias que, según indican los autores del libro, son una síntesis del sincretismo cultural producido en ese territorio desde el siglo XVI, y que constituye uno de los símbolos activos de las culturas ancestrales que les dieron origen.
El Qhapaq Ñan, o Camino Inca, atraviesa la región de Arica y Parinacota.
Aquí, según explica el director de la Fundación, Cristian Heinsen durante su visita a Lima, han aprendido lo que significa protección de patrimonio para las comunidades indígenas de la zona, y cómo eso les sirve de punto de partida para una de sus propuestas: que la conservación de patrimonio es una profunda necesidad humana.

El trabajo de Fundación Altiplano se realiza desde la perspectiva de una noción de Patrimonio y Desarrollo Sostenible y después de 20 años de experiencias en el lugar ha desarrollado un modelo “para abordar la conservación de recursos naturales y culturales como una alternativa de desarrollo sostenible para comunidades y territorios”.

Aquí la entrevista con Heinsen, que se enfoca en los cinco pilares del modelo desarrollado por la Fundación Altiplano.

Cristian Heinsen, director de la Fundación Altiplano, Chile. 
¿Qué partes involucra el modelo de trabajo que han venido desarrollando?
Son cinco elementos. El primero, que los territorios son Paisajes Culturales según la definición de UNESCO, que busca la integración en un territorio de los recursos naturales y culturales excepcionales, altamente valorados por las comunidades mismas.

Segundo
La conservación patrimonial es una necesidad humana. Lo primero que el modelo detecta es que en las comunidades hay una profunda necesidad de conservar, que para mí es lo más interesante de todo.

Las comunidades indígenas están interesadas en conservar qué precisamente…
La Fundación lleva 20 años trabajando con las necesidades patrimoniales expresadas por las mismas comunidades, que dicen ‘quiero que mis hijos vengan a mi pueblo a ver su iglesia’. También se interesan en la conservación de sus conocimientos agrícolas, por ejemplo.

Tercer aspecto del modelo
La Intervención Patrimonial Sostenible. En un territorio con tesoros naturales o culturales, valorados por una comunidad como parte de su cultura, de lo que se trata es de potenciar ese valor patrimonial, integrándolo como un activo crítico en el potencial de desarrollo.

Por ejemplo, se trata de ‘patrimonializar’ esos territorios y no solamente verlos como fuentes de recursos naturales o mineros.

Ese “patrimonializar el territorio”se ve como en oposición a empresas mineras: si se ha identificado valor cultural no pueden entrar.
O les va a costar más. Van a tener que negociar compensaciones mucho más grandes. Eso es lo interesante. Si yo hago un mapa geológico del territorio va a aparecer el recurso minero, pero en ese mapa deberían registrarse también sus valores culturales.

Los ingresos por la minería siempre van a ser mayores que los generados por cualquier tema cultural
Este no es un modelo romántico que busca que no se toque nada. Pero si a los que calculan la rentabilidad de un proyecto minero, que lo hacen a 50 años, les pedimos que lo hagan a 300 años no me cabe duda que la conservación de otros recursos del territorio va a empatar a nivel de flujo futuro.

Y no es que la minería sea mala. Lo que falta es un pacto honesto entre los custodios tradicionales y las empresas.

Interesante que no habla de negociación gobierno-mineras sino mineras-comunidades
Es que tiene que ser así. Eso es lo que viene. En Chile también es diferente pero el planeta va hacia eso. Los grupos van a tener cada vez más poder.

Mapa de la XV región en Chile, señalando todos los puntos con valor patrimonial.
El cuarto
La Demanda Responsable. La necesidad del grupo que custodia el bien puede aprovechar estratégicamente la demanda de industrias que valorizan aquellos recursos críticos que permiten ofrecer productos y servicios “sostenibles” y de valor compartido.

¿Qué tipo de industrias?
Hemos detectado cinco sectores de la economía mundial que están creciendo muy saludablemente: turismo responsable; educación (es innegable que es un sector de la economía también y mucho mejor si hay una universidad en un territorio patrimonializado);

reciclaje (tenemos un modelo de consumo que desperdicia mucho residuo y recursos naturales); industrias creativas (toda la actividad cultural), y alimentación saludable.

Con la conservación voy a generar una oferta de patrimonio y ese patrimonio va a estar ‘ofertado’ para gente que tiene interés en él. Desde los vecinos interesados pero también habrán empresas que quieran participar: una agencia de turismo, una universidad…

El quinto 
Es un tema muy interesante que tiene que ver con procesos adaptativos. Un modelo de desarrollo sostenible implica un desafío y cambios que hay que implementar para crecer.

Una comunidad que quiere conservar, restaurar, tiene que asumir que en el proceso perderá algo. Entonces la conservación no va a ser un problema técnico. Necesitan incentivos para comprometerse con los cambios, o mejoras y la pérdida misma.

¿Qué tipo de incentivos?
Son sobre todo incentivos económicos o mejoras en su territorio, porque podría ser que los proyectos toman tiempo en conseguir sus objetivos y en el camino las comunidades no vean resultados.

¿Quién paga los incentivos? 
No creemos que va a llegar un generoso presupuesto del gobierno, sino que lo ubicamos en lo financiero: qué está pasando en el mundo con ciertas industrias, ciertos sectores de la economía, que podrían poner incentivos a la conservación – los sectores que he mencionado antes.

Una de las 17 iglesias recuperadas.  
¿Tiene un punto débil este modelo?
El punto débil está en que las comunidades asuman su responsabilidad con la conservación, una vez que estas han recibido los primeros apoyos. En algunos casos son comunidades que tienen que dedicarse al turismo cuando nunca antes lo habían hecho.

Consiguieron que el Estado financie parte de este proyecto 
Sí, pero después de varios años. Primero pusimos de nuestro bolsillo, después vino la empresa privada y recién ahí el Estado interviene. Hay que provocar a ese aparato enorme e insensible a que actúe. Y va a reaccionar cuando haya cosas que le interesan: votantes, temas legales, el fisco…

El gobierno reaccionó consiguiendo un préstamo del BID, y hoy ya existe una partida en el presupuesto nacional que está destinada a la recuperación de patrimonio.

Tremenda experiencia…
Pero nosotros no somos ejemplares. De hecho, muchas de las cosas que hacemos las vinimos a aprender acá en Perú. Ustedes tienen experiencias muy ricas, como lo que han hecho en el Colca o en temas de arquitectura en adobe.

O lo que Perú ha hecho a nivel de la comida, es revolucionario a nivel mundial. Objetivamente, eso es la teoría del patrimonio: algo a lo que no se le daba valor y se identifica como valor.

Uno de los sitios arqueológicos de la región, que serán puestos en valor desde
proyectos con la Universidad de Tarapacá.

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- Todas las imágenes: Fundación Altiplano.
- Haga clic aquí para ir a la página web de la Fundación

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