miércoles, 28 de septiembre de 2016

Un museo nacional para el Perú: 200 años pateando el pasado

Tercer edificio del Museo, cdra. 5 Jr. Callao, hoy demolido. Imagen: Ayllón 2012.

Visto en retrospectiva, es una historia triste. Casi miserable. Que en 200 años no se haya podido concretar ese proyecto y poder estar a la altura de la grandeza que heredamos... Claro que culpar es fácil. Con las autoridades que nos ha tocado, no cuesta trabajo. Pero después de la queja, qué… 

En menos de cinco años cumplimos 200 años de República, una raya más en 5.000 años de civilización.  Y este país cuna de conocimiento sigue sin un gran museo que dé cuenta de todo lo que hemos venido creando, haciendo, viviendo.

Lo que a continuación sigue es el resumen de un artículo académico que el arqueólogo Henry Tantaléan publicó este año en una revista argentina. Es el resultado de una investigación sobre los múltiples vaivenes del llamado sueño del Museo Nacional, casi desde el mismo día de la Independencia en 1821.

Es una historia que da vergüenza, que indigna, que apena. No es difícil preguntarse qué mecanismos, oscuros, silenciosos o inconscientes, han venido funcionando a lo largo del tiempo que lo han hecho siempre imposible, y que cada vez que nos acercamos nos alejamos.

Tantaleán es Doctor en Arqueología Prehistórica por la Universidad de Barcelona, profesor asociado al Instituto Francés de Estudios Andinos, y acaba de publicar “Una Historia de la Arqueología Peruana” (Instituto de Estudios Peruanos, 2016).

Esta versión abreviada se hizo con su autorización y en coordinación conjunta. La nota original la pueden leer haciendo clic aquí.

Portada del libro publicado por Henry Tantaleán. 2016.
Historia del Museo Nacional – una cronología

1822-1824:
- Se crea la nueva República y se inaugura un Museo Nacional instalado en el Colegio La Libertad (luego la Biblioteca Nacional).
- Sus contenidos, apenas algunas piezas, eran básicamente antigüedades (huacos y momias). Al año siguiente fue saqueado por tropas realistas, 1823.

1825-1836:
- Se traslada al antiguo edificio del Tribunal de la Inquisición (Plaza del Congreso).
- Sus contenidos siguen siendo modestos y estaban distribuidos en dos salas. Se solicita la donación de aquellas familias e instituciones que tuvieran piezas de valor.

1836-1839:
- Se traslada el Hospital Espíritu Santo (cdra. 5 Jr. Callao).
- El museo cuenta con 140 objetos, muchos de los cuales son de historia natural (huesos de animales y aves).

1839-1872:
- El museo se traslada al nuevo edificio de la Biblioteca Nacional.
- Se establecen fondos ínfimos para su mantenimiento. El viajero suizo Johann von Tschudi lo describe como “sin valor científico… curiosidades”. En 1861 tenía 5.300 piezas.

1872-1905:
- Se traslada al Palacio de la Exposición.
- Sus contenidos son sobre todo pinturas, esculturas y ‘antigüedades’. El lugar fue saqueado por tropas chilenas en 1881, y durante los siguientes 24 años estuvo inactivo.
- Es también un periodo cuando se empiezan a formar importantes colecciones privadas (paralelo a un auge en el huaqueo), y muchas de ellas son vendidas a coleccionistas y museos extranjeros.

Sección arqueológica del Museo de Historia Nacional, en el Palacio de la Exposición (1906).
1906-1931:
- En camino al primer centenario de la Independencia se refunda el Museo Nacional, en el Palacio de la Exposición, bajo dirección de Max Uhle.
- Se divide en dos secciones: Arqueología y Colonia-República, considerados los dos pilares de la identidad nacional del Perú.
- Estas son también las dos fuentes de tensión en lo referente a la definición de esa identidad.
- En 1912 entra Julio C. Tello (defensor de lo indígena como raíz principal de la identidad), en un ambiente dominado por una visión hispanista. Se retira en 1915.

1924-1931:
- De manera paralela se inaugura el Museo de la Arqueología Peruana, del magnate Víctor Larco Herrera, que llega a dirigir J.C. Tello.
- El edificio se levanta en la Av. Alfonso Ugarte, entonces en las afueras de la ciudad.
- El Estado compra el museo a Víctor Larco. Aquí Tello tiene carta blanca para desplegar su visión indigenista de la identidad.

1931-1945:
- Se refunda el Museo Nacional unificando los tres museos que ya existían:
- El Museo Nacional (en el Palacio de la Exposición); el Bolivariano (creado en 1921, en el Palacio de la Magdalena); y el Arqueológico (de la Av. A. Ugarte, Museo de la Cultura Peruana).
- Luis E. Valcárcel asume como director.
- Fusionaron los tres en una sola institución pero físicamente continuaron en edificios separados, mientras el Estado prometía construir un nuevo palacio para albergar las colecciones.
- Tello busca centralizar todo el material arqueológico en un solo museo.

Museo de Arqueología Peruana, Av. Alfonso Ugarte (1924).
1945 – (continúa):
- Desaparece el Museo Nacional como una institución y se divide en varios museos.
- Se crea el Museo Nacional de Antropología y Arqueología, que dirige Tello hasta su muerte en 1947.
 - En 1945 Tello pone la primera piedra de lo que iba a ser el nuevo museo arqueológico, junto al Palacio de la Magdalena.
- En 1953 el Senado propone construir un nuevo museo pero el proyecto no prospera.
- A Tello le sigue Rebeca Carrión Cachot (1945-1955) y Jorge Muelle (1956-1973).
- En 1973 llega a la dirección Luis Guillermo Lumbreras (hasta 1979) y habla de la siguiente etapa: un nuevo museo, ya que “los objetos están solo provisionalmente alojados en nuestras vitrinas y almacenes…”.
- Lumbreras describe al museo de Pueblo Libre como estrecho y poco adecuado, y señala que las piezas “…exigen instalaciones más grandes y mejor acondicionadas”.
- El nuevo edificio estaría en Maranga, en el llamado Parque de las Leyendas.
- En 1992 se añade “Historia” al museo actual.

(1965 – 1980s):
- El presidente Fernando Belaúnde decide construir el nuevo edificio del Museo de Antropología y Arqueología que reemplazaría al de Pueblo Libre.
- Se designa un área en el Parque de las Leyendas de unos 40.000m2, en unas 8has., (medidas similares al actual proyecto del MUNA).
- Iba a levantarse en plena zona arqueológica de Maranga (aunque el sitio ya había sido excavado), y el edificio en concreto armado.
- Se detiene durante el gobierno militar y Alan García lo retoma en su primer gobierno.
- En 1987 se anunció el interés oficial por construir el nuevo museo, que sería solo comparable con el de México, pero la crisis económica de esos años hizo imposible el proyecto.

Vitrinas de exposición en un patio del Museo Nacional de Arqueología
y Antropología (1970). Foto: Wilfredo Loayza.
1988 – 2008:
- Una salida al problema económico fue encontrar un edificio con “características monumentales y espacio suficiente…”.
- Se selecciona el antiguo ministerio de Pesquería, por D.S.044-88-EF.
- Se trasladan piezas del museo de Pueblo Libre al nuevo Museo de la Nación, en la Av. Javier Prado.
- Pero el museo es desmantelado varias veces con el fin de usar el edificio como sede de eventos internacionales. Las colecciones de este museo se depositan en los sótanos del edificio.

Entre las conclusiones que menciona Tantaleán:

- En esta larga y frustrante historia, el Museo Nacional nunca ha tenido un edificio propio (salvo el de Arqueología, construido por Víctor Larco).

- Los presupuestos asignados por el Estado para su mantenimiento siempre fueron exiguos - un indicador que ni el museo ni la memoria del país fueron o son una prioridad.

- Los hechos dejan al descubierto que la bandera de la identidad y la historia prehispánicas terminaron siendo un gesto retórico y no un compromiso con la memoria de la nación a lo largo de cerca de 200 años de historia republicana.

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Finalmente, de manera personal, me queda claro y sin pretender ser un conocedor del legado de Tello y solo juzgando por las acciones descritas aquí, que el interés de nuestro insigne arqueólogo estuvo centrado, más que en un espacio específico, en mostrar de la mejor manera posible ese enorme legado prehispánico, raíz indiscutible de lo que nos define como nación.

Me queda claro que su lealtad estaba con ese patrimonio y con nada más.

Imagen del proyecto para un Museo Nacional de Antropología y Arqueología (1969),
que pensaba levantarse en el Parque de las Leyendas. Foto de maqueta: Miguel Ángel Vidal.

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Nota:
- Todas las imágenes cortesía de Henry Tanteleán.
- Para leer el artículo original hacer clic aquí.


7 comentarios:

  1. Ha sido un fascinante y es aun un tema abierto, y fue por un buen tiempo mi proyecto de tesis en la Universidad Humboldt, hasta que la gestión cultural me secuestrase.

    Pienso que hoy en dia tiene mas sentido de hablar de un sistema o un cluster de infrastructura cultural, porque el pais ha cambiado, en el mundo hay mucho mas información. Y hay también muchas maneras de solucionar el deseo por tener ese lugar que simbolice Nación. No por gusto palacios europeos terminaron de museos, ni tampoco se sabe cual es Él museo nacional de Francia, y no por el azar los tesoros de la Ciudad Prohibida están hoy en el Museo Nacional del Palacio, en Taipei.

    Lo que si me queda claro que lo que Gustavo Buntix llama con precisión el vacio museal para el Perú es también la ausencia del boom de los museos en nuestro país (un concepto que se usa en los museum studies) y que describe como estas instituciones y sus afines se expanden por el mundo. A esto se añade que hoy un teatro puede hacer lo que un museo hace, un museo lo que un teatro, se viene cada vey más el "crossover" y la hibridización de las artes, mientras que la transdisciplinidad y la viada que caracteriza el trabajo cultural contemporaneo, también en el Perú, le viene empujando a sentarse de tu a tu junto con otros sectores en los Consejos de Ministros.

    Si se construye un segundo museo cerca al Complejo de Pachacamac o no es una decisión nuestra como país. Pero no será Él Museo Nacional que nunca tuvimos. Y ello no debe frustarnos. En el interín han surgido, algunas veces por casualidad, otras contra viento y marea, otros espacios y lugares, que algo más afinados y ampliados con los que ahora son urgentes por crear, asi como con los que aun no sabemos que serán urgentes, pueden permitirnos obenter ese paisaje de infrastructura cultural que tanto necesitamos, para generar turismo cultural (que es nuestro nicho en el turismo global) o incluso más importante, para complementar nuestros programas de educación y de investigación, en fin para todo aquello que le permita a nuestro país, ofrecernos una vida plena como ciudadanos empoderados.

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    1. Muchas gracias por introducir otro punto de vista, Martín. A diferencia de lo que sostienes, soy un anticuado y de los que piensa que 200 años después de intentos fallidos, y con todo lo que ha venido avanzando la arqueología y conocimiento del pasado, es todavía más necesario contar con un gran museo que de cuenta de todo ese devenir civilizatorio. Esto, por supuesto, no debería entenderse como un conmigo o contra tí en relación con los otros museos, que evidentemente son necesarios. Lo que sí quiero añadir es una dimensión de interés personal: y es que hay un desmedido énfasis, tanto de los que están a favor como los que están en contra del proyecto, en la estructura física. Pocos se paran a evaluar la dimensión digital que te puede permitir un gran museo nacional. Porque, por lo menos para mí, un museo nacional debe ser un museo también para los que están en Yurimaguas, Tumbes, Tacna o New Jersey, en el sentido de acercar contenidos. Hoy la tecnología permite que millones de personas puedan acceder a contenidos de calidad, en formatos atractivos, que es la labor que creo yo debería asumir un gran museo nacional.

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  2. La opinión del Dr. Tantalean es valido, tan valido como la opinión de muchos investigadores que en algún momento han trabajado las colecciones que alberga el museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú y han estudiado a Tello de una manera mas profunda y no están de acuerdo en relegar tan valioso legado cultural al extremo sur de la ciudad. Nadie discute que un Museo Nacional se ha convertido en una necesidad, y que toda la ciudadanía lo anhela, pero no por desesperación se tiene que aceptar un proyecto que ha sido concebido sin pensar en la población, en la comunidad científica y en el patrimonio. Como bien lo expone cronológicamente el Dr. Tantalean todas las propuestas de un Museo Nacional a través de la historia ha sido en el ombligo de la ciudad de Lima, para que cumpla su fin educativo, de fácil acceso, y que este se integre a la comunidad a través de actividades continuas. Concebir un museo solo como una estructura que exhibe y alberga las colecciones, es un pensamiento del siglo pasado. Que cantidad de gente podrá ir hasta Pachacamac para talleres, eventos, conferencias, recitales, etc que organice el Museo en los distintos horarios, por ejemplo en los eventos que el Museo abre de noche? como los padres podrán dejar a sus hijos en los talleres y luego recogerlos?? como ha venido sucediendo en talleres organizados por los Museos de pueblo libre y de la Nación.

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    1. Estimada Bertha, a mí también me encantaría que el museo estuviera en el centro histórico, o el centro tradicional. O no hay esos espacios o no se buscó bien, lo desconozco. Pero Lima sigue creciendo y si llega a levantarse el MUNA en Pachacamac, hay que tener en cuenta que alrededor ya viven tres millones de personas. Quizás no es la ubicación ideal pero es una ubicación. Quizás es urgente que el ministerio de Transporte anuncie si se puede abrir una estación de tren ahí, y si el Metropolitano puede hacer lo mismo. Lo cierto es que, en lo personal, quiero llegar al Bicentenario y poder visitar un gran museo nacional, con todo lo anticuado que puede ser esta idea entre los expertos. Saludos

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    2. Es parte de nuestra naturaleza estar en desacuerdo permanente en todo orden de cosas, y particularmente en el vasto y muy importante tema de nuestra cultura. Tanto más cuando comprobamos que aún no tenemos muy en claro cuál es nuestra identidad nacional y menos aún cuándo comienza y cómo se gesta lo peruano. Sin embargo, existen testimonios objetivos e indiscutibles de la obra física y espiritual de los pueblos que, desde Lauricocha, hace 10,000 años, ocuparon y desarrollaron este territorio costeño-andino-amázónico, en la región central de Sudamérica. ¿De qué hablamos para focalizar el propósito temático del museo nacional? ¿Arqueología, antropología, cultura, arte, historia, economía, ciencias físicas, folclore o una simbiosis de todas las disciplinas anteriores? Podríamos concordar en que un museo nacional debe representar y testimoniar la presencia y la obra del hombre sobre su circunstancia territorial en su integridad dinámica. Entonces, deberíamos quizá hablar de la civilización que en este rincón del planeta desarrollaron dichos pueblos con una irradiación que, en buena cuenta, se extendió por todo el oeste de Sudamérica a lo largo de 100 siglos, hasta nuestros días, con todos sus avatares, conflictos y realizaciones. Si a esto sumamos los niveles de excelencia a que llegaron el poder civilizador y la creatividad que demostraron nuestros ancestros, en armonía con el bienestar de la tierra y del medio ambiente, con orgullo podríamos afirmar que este epicentro cultural -sólo comparable con el mesoamericano- debe, sin duda alguna, ser exhibido y exaltado a nivel mundial, como ocurre en México, Grecia, Roma, Egipto, Francia, India, China, Persia, cunas de la civilización universal. ¿Y qué esperamos para hacerlo antes de nuestro bicentenario republicano? No cabe duda que la atracción turística del Perú va en aumento, pero para ello necesitamos tanto una ciudadanía más educada y culta como nuevos centros culturales de nivel internacional, puesto que nuestro turismo receptivo tiene de manera preeminente este carácter. Por eso es que debemos construir y desarrollar el Museo Nacional de la Civilización Peruana como el más importante de nuestro continente, sin retacear costos ni esfuerzos. Si somos capaces de comprometer 1,200 millones de dólares para organizar los juegos panamericanos de 2019, episódico evento deportivo que habrá de pasar, cómo no vamos a destinar una cantidad menor en esta única inversión que habrá de ser un homenaje imperecedero de los peruanos de hoy a nuestros padres y su rico legado de vida que dio origen y sustancia al Perú eterno que habrán de heredar las generaciones futuras; como un testimonio de que, a los 200 años de acceder a la independencia, fuimos capaces de lograr nuestro desarrollo pleno como país del siglo XXI y de poner en valor y enriquecer esta cultura sin igual que singulariza al Perú. Y lo demás es lo de menos. Quiero decir que ubicar este gran museo en Pachacamac, dadas sus dimensiones, su importancia continental, la riqueza de su contenido y la arquitectura que la hará destacar e integrar a su entorno paisajístico, es lo apropiado en las actuales circunstancias de Lima que, como urbe de 10 millones de habitantes, en su expansión incontenible habrá de incorporar y centralizar Pachacamac y sus áreas circundantes, felizmente no ocupadas, dentro de su proyección futura con vías de comunicación carretera y ferroviaria que pondrán al gran museo al alcance de todos. !Y no olvidar que para ser grande hay que pensar en grande!

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    3. Gracias por su comentario, y bien puesta la comparación con los gastos respectos a los Juegos Panamericanos. A lo que me gustaría añadir que poco se ha discutido sobre los 8.000 millones de dólares gastados (no soy de los que llama a ese inversión) por el gobierno anterior en defensa militar. Equipos, por lo demás, que no tendrán una vigencia más allá de los 20 años.

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  3. Excelente artículo y gracias por continuar con el debate y más que eso, brindando información objetiva, espero que éste gran anhelo no se paralice por los detractores de siempre. Esperamos que este buen proyecto continúe y, que por fin nuestro Perú, cuna de civilización, tenga su primer gran Museo, pues con toda la riqueza arqueológica que poseemos, necesitaríamos muchos más.

    Esto recuerda a muchos, lo que ocurrió con la construcción de la vía expresa, se oponían a la única vía rápida que hoy tiene Lima. Los que piden que sea céntrico, no entiendo que quieren decir hoy en día, que ir a la universidad de Lima desde San Isidro te puedes demorar 1 hora y a Lurín 30 minutos. Ya viene octubre y según la tradición, tiempo de milagros, esperemos que todo avance y a pasos agigantados para que el Bicentenario tenga el Museo anhelado y que sea el inicio de muchos más.

    Estoy segura que los ingresos que reciba este primero, serán suficientes para apoyar a los museos que necesitan recursos para mejorar su infraestructura, pues el presupuesto del sector es realmente mínimo.

    Charo Bazalar

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