miércoles, 25 de junio de 2014

Johanna Hamann y el Bicentenario que no debería ser

Detalle decorativo en la escultura a Manco Capac, parque del mismo nombre.
Hace unos días leí un ensayo no publicado de la escultora Johanna Hamann. La lucidez de esa reflexión, desde el punto de vista del urbanismo, el patrimonio y la visión de lo que representaba el Perú hace 100 años, parecía seguir teniendo vigencia para nuestra mirada de hoy. 

Una mirada que no caiga en lo que para algunos de nosotros serían los mismos errores: mirar lo prehispánico como pasado y no como presente; como decoración y no como identidad.

Según un texto de la Fundación Wiese, Hamann es una de las figuras femeninas más importantes de las artes peruanas. Su trabajo se ha expuesto en las bienales de La Habana y Puerto Rico. Es profesora principal de la Facultad de Arte de la PUCP, y también es doctora en Espacio Público y Regeneración Urbana por la Universidad de Barcelona. Aquí el resumen de ese ensayo, que tuvo la generosidad de preparar para los lectores de este blog.

J. Hamann: escultura y patrimonio.
¿EL NEO PERUANO COMO ESTÉTICA DE UNA PATRIA NUEVA?

La etapa del Oncenio de Leguía fue un periodo clave en el desarrollo urbanístico para el futuro crecimiento de Lima. Sin embargo, la oferta de modernizar la ciudad albergó profundas contradicciones: por un lado, la reivindicación del nacionalismo para construir identidad utilizando elementos simbólicos de culturas precolombinas e incas como emblemas de una nueva nación y, por otro, la apertura y vinculación con Norteamérica, como proveedora de capital para la transformación del país a través de grandes proyectos de modernización.

La admiración de Leguía por el imperio incaico se basaba en considerarlo “… el arquetipo de los gobiernos fuertes que educan al pueblo en el orden, el progreso y la prudencia, que socializa la propiedad y, por tanto, los salva de la decrepitud y la ruina”.

En esa época vemos, por primera vez, algunos elementos de inspiración prehispánica en los monumentos y se instala el monumento al Inca Manco Cápac. Y es —manifiesto en sus monumentos y planes urbanos— donde se evidencia un discurso ambiguo e inconexo entre la modernización de tendencia capitalista y la defensa de una estética indigenista.

El pasado como decoración
En el aspecto artístico se usó como canal de resonancia a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, contexto donde surgió el indigenismo liderado por José Sabogal y la corriente neoperuana, impulsada por el artista español Manuel Piqueras Cotolí.

El Neoperuano estuvo enfocado hacia la creación de un arte que revalorase lo autóctono, como puede verse en proyectos escultóricos y arquitectónicos como la fachada de Bellas Artes, el monumento a Paz Soldán y en el Pabellón del Perú en Sevilla (1929), entre otros.

Sin embargo, su fascinación por el Perú, se refleja más en sus citas constantes a la iconografía precolombina como elementos ornamentales, que en la comprensión de las estructuras espaciales de nuestros monumentos arqueológicos.

Piqueras, al abordar el proyecto urbanístico de San Isidro, tropieza con dos preexistencias . Una, el trazo de la avenida Leguía (hoy Arequipa) y otra, la huaca situada en los olivares de la hacienda Moreyra, que fue demolida, siendo la única preexistencia modificada del entorno.

Las huacas son monumentos vivos—asentados en casi todo nuestro territorio— construidos con profundo sentido de la espacialidad, con carga simbólica; dotados además de gran belleza.

Manco Cápac, fundador del imperio Incaico. Carátula de Revista Variedades,
Año XVII Lima, 30 de Julio de 1921. No 700
La lección de los 100 años
El proyecto “Patria Nueva” coincide con dos eventos celebratorios en el país, los centenarios de la independencia del Perú (1821-1921) y de la batalla de Ayacucho (1824-1924), eventos que propiciaron proyectos de renovación urbana y emplazamiento de monumentos, en su mayoría donaciones de colonias extranjeras residentes en el país por esos homenajes.

La intención de configurar una ciudad desde nuevos patrones que instauren una nueva patria, que valore y refleje nuestro pasado cultural, no se logró. Creemos que es sustantivo revalorar el entorno y su estructura espacial.

Los elementos utilizados para evocar el pasado fueron piezas que acompañaron al monumento, ornamentándolo según el esquema europeo de representación figurativa. Ni la disposición ni la organización de los espacios, en la “Patria Nueva”, dotaron al lugar con un nuevo significado.

El proyecto del “Oncenio” no logró alterar las taras en las que nos vemos inmersos hasta hoy: el centralismo, la diferencia de oportunidades, la discriminación. La caótica traza urbana es resultado de la falta de un plan urbano regulador razonado y de la impertinencia de las autoridades.

No hay una verdadera identificación con los símbolos nacionales, ni con el territorio que nos es propio, ni con su patrimonio cultural. No tenemos símbolos que nos representen a todos. El debate sobre la aceptación de la multiculturalidad y el respeto a la diferencia es la cuestión que hasta ahora queda por resolver para poder proclamarnos como nación.

La llama, otro detalle decorativo en la escultura a Manco Capac.
Fotos: Johanna Hamann.
Notas:
1/ CALLIRGOS, J. C. (2007). Reinventing the City of the Kings: Postcolonial Modernizations of Lima, 1845-1930. Dissertation for the Degree of Doctor in Philosophy, University of California.
2/ LUDEÑA URQUIZO, W. (2003). “Piqueras urbanista”. En: El Perú o la invención de una tradición. Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937) Arquitecto, Escultor y Urbanista entre España y el Perú. Lima: Museo de Arte de Lima. 2003, p. 215.
3/ CANZIANI JOSE,”Paisajes Culturales” (En prensa, 2014).
“Waka, castellanizado como Huaca. En términos generales el término quechua se refiere a lugares considerados sagrados y objeto de reverencia y ofrendas, ya sea por ser lugar de origen de personajes divinos, habitado por seres sobrenaturales o por sus espe,ciales características, como determinadas montañas, nevados, afloramientos rocosos, lagunas, manantiales, al igual que otros componentes extraordinarios presentes en el paisaje. Por extensión, los monumentos arquitectónicos asociados a estos lugares sagrados y a los rituales que en ellos tenían lugar son conocidos también como Huacas.”  

miércoles, 18 de junio de 2014

Ruth Shady: un bicentenario para reflexionar sobre la nación que queremos

Vista panorámica del sitio arqueológico de Áspero, valle de Supe.
El trabajo que Ruth Shady ha venido haciendo en la recuperación de los sitios arqueológicos del valle de Supe, después del inicial trofeo de Caral, consiguió algo inimaginable para muchos: añadirle páginas a los libros de historia del planeta. 

Dar a conocer al mundo las evidencias sobre esta civilización, la más antigua del continente, nos aseguró como territorio y como país, una privilegiada posición en el reconocimiento internacional sobre dónde empezó el conocimiento.

Sus hallazgos, que continúan hasta el día de hoy, le siguen añadiendo páginas a esos libros. Pero dentro del país la historia es distinta. Todavía nos cuesta creernos eso. Nos sigue costando tanto aceptar que descendemos de esos señores, que no conseguimos proteger uno de los mayores legados culturales que existen.

Mas bien, lo que hemos conseguido a lo largo del tiempo ha sido separarnos como nación y dividir los legados. Hicimos del pasado prehispánico una utopía, lo limitamos a un mundo inca inventado y perfecto, y las raíces del entendimiento nunca crecieron. Pero ese camino no tiene futuro.

Por eso lancé una propuesta hace un par de semanas: incorporar la recuperación de nuestra herencia arqueológica, una, de todos, como un símbolo de reconciliación para la nueva nación que debería nacer el 2021. Aquí los comentarios de Ruth Shady.

La arqueóloga durante un trabajo de excavación.
"Hemos estado trabajando fuerte para la presentación de Áspero, la ciudad pesquera de la civilización Caral; no ha sido fácil retirar más de diez mil toneladas de basura, depositadas allí por dos municipalidades durante más de tres décadas.

Al respecto, es interesante la reflexión sobre lo ocurrido, pues ese sitio fue excavado en la década del 70 por un investigador extranjero pero no se transmitió la historia recuperada a la población de Puerto Supe; no hubo, por tanto, identificación con este sitio con arquitectura monumental, y ésta fue destruida por el paso de camiones y la acción de recicladores.

Cuando llegamos al sitio encontramos un panorama desolador, basura y gallinazos. Hace nueve años iniciamos su recuperación y puesta en valor, sumando alianzas estratégicas con el Alcalde local, el Gobierno Regional, el Plan COPESCO.

En la actualidad ya puede ser visitado el sitio, se puede apreciar la arquitectura monumental, conocer la historia recuperada a través de un centro de información, disfrutar del paisaje cultural y social, y apreciar los valores socioculturales de esta sociedad milenaria.

La población local viene asumiendo este legado cultural, participa en su recuperación, en talleres de formación para niños, jóvenes y adultos, etc.
Remoción de basura del sitio arqueológico de Áspero, 2005.
En cuanto a la propuesta, estoy muy de acuerdo, el Bicentenario debe ser asumido como una fecha emblemática de reflexión sobre nuestra Nación y la idiosincrasia que nos caracteriza: …

"si un artículo es producido en el extranjero entonces es bueno; si es peruano está por ver", como lo ha expresado el sociólogo César Germaná. Como también la comparación que se hace sobre la conducta de cangrejos dentro de un balde. Si uno pretende salir al exterior del recipiente, los otros lo jalan hacia adentro.

Debemos reconocernos como integrantes de una Nación, aun cuando haya estado constituida antes del siglo XVI por diversas culturas con idiomas diferentes.

Desde Caral y a través del tiempo se accedió a la variedad de recursos del territorio andino tendiendo redes de relaciones interculturales. En esa comunicación, las diversas culturas se beneficiaron aplicando conocimientos en distintos campos de la actividad social.

Panorámica de la ciudad de Caral, valle de Supe.
En la celebración, sería interesante partir del análisis sobre la Capitulación de Ayacucho, y las consideraciones que se dieron a los perdedores. Eso explicaría bien la conducta continuada a través de nuestra vida Republicana.

El patrimonio arqueológico es un medio para acceder a la información histórica sobre el sistema social del Perú. Hará posible que evaluemos el comportamiento social a través de los doce milenios de ocupación de este territorio, en el que se incluya la circunstancia que ha debido significar los casi tres siglos de intervención sociopolítica española.

Sólo así fortaleceremos nuestra identidad, autoestima, integración y superaremos las trabas que limitan nuestro desarrollo.

Fotos: Jefatura - Zona Arqueológica Caral

miércoles, 4 de junio de 2014

Bicentenario, huacas y reconciliación: que el silencio no se imponga


Hay algo incómodo en el silencio. Una incomodidad que surge cuando lo que esperabas eran voces, palabras, ideas, debate. Era solo un sueño pero no esperabas que causara esa reacción. Por eso, cuando todo esto se ausenta, el silencio aplasta, quita el aire, no puedes moverte. Callar para sobrevivir.

El ejercicio de la semana pasada con este blog tuvo ese resultado, inesperado. En ese post quizás tuve la osadía de querer introducir una idea hacia al Bicentenario: la de buscar una reconciliación nacional en un país donde el odio, desde hace mucho tiempo, camina con facilidad. Y para empezar ese proceso, pensaba, la puesta en valor de sitios arqueológicos emergía como un potente símbolo. Uno con capacidad para sanar y restaurar.

Por eso no se trata de una puesta en valor como un tema cultural. El asunto obviamente va más allá, porque esos vestigios son las raíces de una identidad que hemos venido negando repetidamente, y que siento ha hecho tanto daño.

Hoy vemos que esos testimonios del pasado nos siguen definiendo como nación. Y de ser así, ¿la puesta en valor de nuestras huacas no debería estar presente en el espíritu y acciones de cara al Bicentenario?

Soy de los que cree sinceramente en que reconocer los errores del pasado solo puede hacernos fuertes como país. Pero la idea encontró las puertas cerradas. Generó silencio. Mucho silencio. ¿Por qué?


Pude constatar, quizás una vez más, que somos un país donde el status-quo es importante, donde no se puede mover mucho el piso porque nos causa angustia, malestar, ¿miedo? Está bien. Es una manera de sobrevivir. Pero ¿tenemos futuro como nación sin reconciliarnos?

Por eso quise hacer este ejercicio, e invité a una serie de personalidades (todos vinculados de alguna manera a Lima) y les pedí que comentaran sobre esa propuesta para la nota de hoy.

En la lista había algún político o empresario, columnistas y profesionales reconocidos por su trabajo en y por la ciudad. La mayoría ignoró el pedido. Otros tuvieron complicaciones que les hizo imposible escribir algo.

De un total de 20 personas respondieron cinco. De estas solo un par, como podrán leer más abajo, hizo una referencia directa al concepto de “reconciliación”.  Imagino que está bien, porque hay ideas que pueden tardar en penetrar.

Solo espero que esta de verdad lo haga porque, como dije la semana pasada, solo así el 2021 antes que un aniversario termine convirtiéndose en una oportunidad. Y cuando hay una oportunidad, hay voces, ideas, sueños, debate.  El silencio no sobrevive.


A continuación, extractos de los comentarios recibidos:

Diana Álvarez Calderón, ministra de Cultura
No envió una respuesta pero en su oficina dejaron saber que han comenzado a trabajar el Bicentenario con una propuesta específica. Se reúnen todos los viernes en la mañana, y me invitaron para ir uno de esos días a conversar. Estaré informando oportunamente.
María Magdalena López Córdova, presidenta de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural del Congreso de la República.
“Creo que el tema pasa por un compromiso intersectorial que implique llenar los vacíos en nuestra legislación, por ejemplo, en la Ley del Patrimonio Cultural. Estas y otras acciones, debería permitirnos llegar, en mejores condiciones, a las celebraciones por el Bicentenario de una República que tiene como una permanente obligación a futuro, la protección y preservación de su pasado histórico, en tanto son fuente de orgullo y de identidad nacional.

En ese orden de ideas, en el mes de abril de este año, se aprobó el proyecto N°2855/2013-CR, para la creación de una Comisión Nacional Intersectorial encargada de organizar y ejecutar los actos conmemorativos del Bicentenario. Esperamos que este esfuerzo sirva también para llegar a esa fecha cumplidos con los objetivos planteados”.

Alberto Martorell, abogado y presidente de ICOMOS Perú
“Se trata de un propuesta lúcida y coherente, que va de la mano con lo que ICOMOS PERÚ viene tratando de hacer desde que el grupo actual asumió la Directiva de la institución. Sin embargo, creo yo que no se debe limitar al "patrimonio arqueológico", o a las "huacas". Es necesario ampliar la visión al "Patrimonio cultural de la nación peruana", expresión en la que caben todas las sangres.

Si el patrimonio cultural visto con la mayor pluralidad y apertura, los demás aprenderemos a respetar "al otro" para comprender que forma parte de nosotros mismos. Entonces podremos construir juntos, confiar, restañar heridas, como bien dice. Y podremos superar situaciones de violencia, de desencuentro, de indiferencia que dañan tanto a nuestro país todos los días”.

Inés del Águila, arqueóloga y directora del museo Josefina Ramos de Cox
"Hoy existen infinidad de jóvenes que leen y observan imágenes que son significativas y significantes- que quedarán- para el avance en la construcción conceptual y afectiva de las señas de nuestra identidad cultural y peruanista, tan útil para una relectura de la identidad de barrio, de comunidad familiar, y reforzamiento de la identidad personal".
Elías Mujica, gestor cultural y asesor de la Fundación Backus
“Celebrar el Bicentenario no debe limitarse a conmemorar un conjunto de acontecimientos que marcaron un cambio en nuestro devenir histórico; debe de concretarse sobre todo en la construcción de una propuesta inclusiva que guíe nuestro futuro como país. En esta creencia, coincido plenamente en que ello conlleva un proceso de reconciliación nacional, tomando en cuenta nuestro proceso histórico en su conjunto, y no solo a partir de 1821.

Conservar nuestro patrimonio cultural siempre ha sido una tarea titánica. Requerimos darle un valor agregado a nuestras huacas, convertirlas en espacios que trasciendan la visión romántica “que son parte de nuestra historia”, en espacios que –conservados y adecuadamente preparados para darle un uso social–, mejoran la calidad de vida del entorno.

Para ello debemos, con miras a que el tema de nuestro patrimonio cultual sea incluido en la agenda del Bicentenario, generar un cambio de “chip” en las mentes de funcionarios, planificadores, urbanistas, constructores, e incluso en la comunidad en general. Incluirlo en la agenda de acá al año 2021 debería ser una oportunidad que no podemos desperdiciar”.