martes, 12 de febrero de 2013

LA HORA DE TOMAR LAS RIENDAS


Tal parece que los limeños solo nos movemos cuando nos empujan. Pero nos movemos. Un buen aspecto de la tensión que vivimos entre ‘boom’ inmobiliario y protección, es que está llevando a que cada vez más limeños se quiten la vieja y pegajosa etiqueta de indiferentes para levantarse y decir algo. Pero ¿quién los escucha? Aquí se escucha poco y se hace menos. O se hacen de la vista gorda, mientras cada día cae algo de todo aquello que nos hace originales, diferentes, o simplemente limeños.

Eso, en cualquier ciudad, no favorece ciudadanía. Por el contrario, permite que el ciudadano se aleje de la autoridad y se genera una innecesaria antipatía por la empresa privada. Quizá por eso fue interesante la reunión a la que asistí estos días en el Colegio de Arquitectos-Lima.

Fue un encuentro multidisciplinario, con arqueólogos, sociólogos, abogados, gestores culturales y periodistas. Estuvimos de acuerdo en casi todo. Se habló de mejorar la actual legislación para proteger el patrimonio; la necesidad de impuestos especiales para la recuperación; la necesidad de fuentes de financiamiento imaginativas; el potenciamiento del concepto de “suelo creado” y varias ideas más.

La mayoría de los presentes, o todos, queremos una Lima que se modernice, que sea un lugar donde se levanten extraordinarios edificios. Pero, claro, en una ciudad que se respete y respete su legado, esto no puede suceder de cualquier manera. Saber manejar esta sencilla ecuación seguramente es un punto clave que separa a las ciudades.

Yo responsabilizo a los alcaldes por no cumplir la ley. La ley municipal claramente señala que su obligación es proteger el patrimonio. Y no hace falta más que avanzar por las avenidas Arequipa o Petit Thouars, que atraviesan cuatro distritos, para darse cuenta que esas autoridades dejan hacer a la empresa lo que le viene en gana.

¿Por qué tenemos que sufrir los ciudadanos esos destrozos a la arquitectura, a la memoria, a la integridad del lugar? Lo que generó mi escepticismo con esta reunión fue el darme cuenta de lo de siempre: que tenemos mentes brillantes, con buenas propuestas, pero que no atraviesan los muros del poder.

Necesitamos que los colegios profesionales, como el Colegio de Arquitectos, el de ingenieros y el mismo Comité Peruano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), que tiene categoría de consultor para Unesco, se fortalezcan. La ciudad necesita interlocutores con legitimidad, representatividad y presencia.

Deberían ser cuerpos con influencia política y social. Y para que se fortalezcan, la ciudad necesita saber que son los que van a alzar la voz de protesta cuando es necesario. Necesita ver que obtienen triunfos, que ejecutan acciones.

En esta época de redes sociales les toca articular el interés ciudadano desde ahí. Quizá cuando las autoridades municipales vean una ciudad mejor organizada, mejor articulada, y con varias voces que la defienden empiecen a tomar las riendas. Y a cumplir la ley.

Publicado en El Comercio: 5/9/12 
Foto: radio.rpp

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