viernes, 23 de septiembre de 2011

MARANGA, CUNA DE UNA CIUDAD LLAMADA LIMA


Hace unos 2.200 años, grupos de limeños empezaron a transformar el desierto que les rodeaba.  Empezaron a abrir unas zanjas que eventualmente se convirtieron en canales de irrigación.  Empezaron a colocar sus ladrillos de adobe que con el tiempo se convirtieron en sus palacios, templos y centros administrativos.  Pero algo pasó.

Ese proceso nunca se detuvo. 

Es cierto que la arquitectura monumental de Lima va mucho más atrás en el tiempo.  Que todavía nos quedan magníficos templos en U con unos 4.000 años de antigüedad.  Pero esas estructuras fueron abandonadas, y lo que necesitábamos para esta propuesta era encontrar ese lugar que nunca más se dejó, y ese momento que marcó el punto de no retorno. 

Ese lugar está en el Parque de las Leyendas, el mayor centro arqueológico de Lima. Ahí empezó a construirse y a crecer la ciudad que hoy todos llamamos Lima.

El lugar ha sido investigado por varios arqueólogos en las últimas décadas, y la más reciente es Lucénida Carrión, quien cree en el poder de las huacas para transformarnos a todos.

Aquí la versión completa de la entrevista que hicimos con ella, un extracto de la cual se publicó el sábado 24 de septiembre en El Comercio.


¿Qué piensa de los planes del Patronato del Parque de las Leyendas de darle prioridad al área de Arqueología?
Que las autoridades hayan decidido apoyar el lado arqueológico es una oportunidad que no debemos desaprovechar.  Que los limeños se enteren que dentro del Parque de las Leyendas hay una riqueza muy importante y muy valiosa, que es parte de nuestras raíces. 

¿Qué se sabe hoy aquí que no se sabía hace 30 años?
Muchas cosas, y una de esas es que antes no teníamos evidencia de la ocupación que se había producido desde el año 200 a.C. Hoy sabemos que este lugar fue continuamente habitado durante 1.500 años (hasta la llegada de los españoles).  

¿Cuáles fueron los principales momentos en Maranga?
En su arquitectura hay dos grandes periodos: primero, la cultura Lima, con los adobitos.  La mayor parte de estos edificios están al norte del parque. El principal fue San Marcos. Y en la parte sur, donde se construyó con tapiales, son del periodo 1100-1450, del señorío Ichma.  Pero falta hacerse todavía más investigación.

¿Y antes de eso?
Mucho de lo más antiguo quedó en el subsuelo, está cubierto.  Todavía no se ha comprobado, pero estamos viendo que un fenómeno del Niño debió inundar la parte norte. En los años 80, cuando el presidente Belaúnde iba a construir un gran museo aquí, se hicieron excavaciones y aparecieron estructuras bajo tierra, pero tuvieron que ser cubiertas nuevamente.

¿Cómo se imagina usted el parque en el año 200 a.C.?
Eso corresponde al periodo Formativo (1.700 a 200 a.C.), cuando se construyeron templos ceremoniales y centros públicos.  En ese momento hubo varias construcciones, probablemente con piedra o con adobes, que lamentablemente fueron sepultadas y quedaron aquí debajo.  La pesca era su actividad principal. 

¿Cuánto de eso ha sobrevivido hoy? 
Lo que queda es una fracción.  No hay que olvidar que cuando llegan los españoles arrasan con todo, buscando oro y riquezas.  Y después los hacendados, lo que ellos hacen sin saber mucho de patrimonio es destruir. Después las urbanizaciones arrasaron con muchas de las construcciones. La antigua ciudad Maranga ocupó parte de lo que hoy es San Miguel, Magdalena, Pueblo Libre, el Cercado.

¿Por qué se ve que algunas huacas están cortadas?
Porque en una época hubo gente que veía a las huacas como barreras para sus campos de cultivo y las atravesaron con acequias, creyendo que siendo de barro fácilmente podían caerse. Incluso hay acequias hechas de concreto que dan vuelta dos hasta tres veces hasta la parte alta de alguna de las huacas.  Pero no pudieron. Esto es testimonio de la ingeniería de barro: no pudieron someterla.

Es una suerte que quedara todo esto…
Si no hubiera sido por el zoológico creo que hubiera desaparecido, porque las urbanizaciones no han respetado los monumentos. 


¿Cuál es la edificación más antigua dentro del parque?
La huaca Middendorf, que tiene unos 27 metros de altura. Esta se debió empezar en el año 0 aproximadamente. Tendríamos que levantar otras capas de tierra para ver las anteriores, pero eso no va a ser posible. 

¿Qué es lo que más le llama la atención de este complejo?
Yo me quedo cada día más admirada de los antiguos limeños, porque ellos conocían la tecnología.  Eran grandes ingenieros. A pesar de todo lo que ha hecho la naturaleza y el hombre, aquí continúan. Es increíble, sus construcciones de barro ¡son a prueba de agua!

Y dice que todavía falta investigar mucho…
Así es. Nos falta hacer mucha investigación. Falta porque la división de Arqueología todavía es nueva dentro del parque. Si bien el parque ya tiene 47 años, Arqueología recién tiene 8-9 años, que es nada.  Y hay mucho que hacer.

¿Cuál es el mayor riesgo en este momento para las estructuras?
A pesar de que han resistido tanto tiempo, y tanto terremoto, las estructuras están en riesgo y tenemos que trabajar en conservación y restauración. No creo que resistan más.  Se están perdiendo los muros. 

¿A qué se debe?
Por el paso del tiempo, estar a la intemperie, la contaminación, el cambio climático.

¿Es un riesgo serio?
Sí lo es. Definitivamente.

¿Qué impacto está teniendo el cambio climático sobre estructuras?
Hay mayor afloración de sal.  Eso quiere decir que hay más humedad y al haber más humedad la sal del mar que viene con el viento lo impacta, entonces el muro empieza a desintegrarse y va perdiendo cada día más, entonces se ve cómo la erosión del viento va socavando.

¿Qué quisiera ver usted aquí, en su reino, en el futuro?
(risas) Este es el reino de todos los limeños, pero no lo saben reconocer. En el futuro me gustaría que los monumentos estén recuperados, restaurados, que se vea emergiendo su monumentalidad de en medio del zoológico. Que sea un lugar que eduque.  Esto es un laboratorio para muchas profesiones. Sería bueno que ingenieros estructuralistas, arquitectos, especialistas en análisis paleobotánicos, restauradores, una serie de profesionales, pudieran estudiar estos edificios maravillosos.

Es como si el lugar tuviera una dimensión sagrada…
Yo sí lo siento, sobre todo cuando subo a algunas en particular, como Middendorf o Tres Palos. Es inexplicable. Me siento con más energía, me siento bien… creo que va más allá del hecho que me guste la arqueología.

¿Tiene que ver con usted?
Me gusta porque tengo mis raíces andinas.  Mis abuelos tenían mucho respeto a los apus. En Ayacucho ellos hacían sus rituales, aunque yo nunca lo pude ver.  Nosotros también aquí hacemos un pago a la tierra cada vez que vamos a iniciar un trabajo. Porque eso es respeto.

¿Por qué es importante conservar todo esto?
Es importante porque solamente valorando nuestro pasado vamos a crecer y vamos a surgir.  Si no, no nos vamos a levantar del todo.  Si nosotros hubiéramos sabido antes de toda esta riqueza cultural que nos han dejado nuestros antepasados, que se ha perdido, seríamos un pueblo mucho más sabio.

¿Conoce la propuesta de Lima Milenaria?  
Sí, de lo que he hablado con usted y que Lima debe ser reconocida como una ciudad milenaria.  Me parece una excelente idea. Creo que es una forma que nuestra población empiece a conocer que Lima tiene su historia, su pasado.

En esta propuesta, es importante encontrar ese momento cuando Lima empieza a crecer de manera ininterrumpida.
Bueno, si hablamos de una continuidad de ocupación estaríamos aquí en Maranga. Si lo vemos desde ese punto de vista, sí.  Porque antes existieron otros lugares como la huaca Florida o Garagay, que son más antiguas. Pero es verdad que en Maranga no hubo interrupción en ningún momento.  Tenemos incluso restos de vivienda española.

¿Cuál es el mensaje entonces que recibimos del pasado?
El pasado está pidiéndonos que le demos una mirada y empecemos a tomar el ejemplo de ellos. Antes, la población por ejemplo trabajaba mancomunadamente. Había la minca, el ayni.  Todos estaban más unidos. Ahora no, somos más egoístas.

¿Y cuál es el mensaje de Maranga?
Maranga representa el valor de la sabiduría que tuvieron esos antiguos limeños, porque ese es el testimonio de estos edificios, porque nos dicen: ‘miren, estuvimos acá y tuvimos este gran conocimiento que ustedes aún no conocen. Aquí estamos, presente’.

Es emocionante lo que dice…
Yo me emociono mucho cuando hablo del pasado. Perú está sentado en un banco de oro con muchas riquezas que no hemos sabido recuperar.

Aquí la nota de El Comercio: 
http://elcomercio.pe/impresa/notas/plan-salvar-huacas-parque-leyendas/20110924/1307393

Posición del diario frente a una Lima Milenaria:
http://elcomercio.pe/impresa/notas/lima-ciudad-milenaria/20110924/1307609

viernes, 16 de septiembre de 2011

PURUCHUCO, la hilacha del descontento


Puruchuco, sin haber sido cortado, ya es otra herida más. Nos involucra a todos, ciudadanos, medios de comunicación, autoridades.  Y nos cuestiona a todos, porque no se percibe una acción concertada para proteger y salvaguardar.

Nos involucra como ciudadanos porque hemos crecido sin ver.  No conocemos la importancia y el alcance que tuvo nuestro pasado limeño prehispánico y, en consecuencia, vivimos como si fuera un estorbo.  Como si para avanzar, Lima necesitara destruir.

En los medios de comunicación, una limitada sensibilidad y poca información para lidiar con temas de protección de patrimonio, produce una cobertura débil.  Y las autoridades, que poco se preocuparon de enseñarnos de una manera digna y seria sobre nuestro herencia prehispánica, actúan a veces con ignorancia, otras por codicia o de maneras contradictorias, cuando actúan.

LA IMPACIENCIA

Este caso es emblemático.  Cuando conversé con el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras, considerado uno de los mejores y más respetados arqueólogos del país, tuvo que admitir que efectivamente él había firmado la cuestionada resolución 268 del INC que aprobó los planes de ampliación de la Av. Javier Prado a tajo abierto.

Cuando le pregunté sobre tamaña contradicción, dado que él sostiene que la solución es hacerlo construyendo un túnel por debajo, solo atinó a decir "es que la firmé sobre el supuesto que la mejor opción seguía siendo el túnel".  Pero en el documento no hay mención alguna a la opción alternativa.

Lo que es diferente hoy es el momento que vivimos. Quizás, como dijo la protomora cultural Anahí Vásquez de Velasco, que ha convocado a una marcha por el patrimonio el 31 de octubre, "es que ya estamos hartos".
 
LIMA EN LAS REDES

Quizás porque Lima ha empezado a llamar la atención de una creciente cantidad de población en internet y en las redes sociales. 

Quizás porque hay una cultura más democrática, donde se puede y debe exigir a sus autoridades que esta vez no estamos dispuestos a que nos quiten memoria.

Por lo que sea, el limeño hoy parece harto de la indiferencia ante la constante y progresiva mutilación de su ciudad, de su memoria, de su futuro. 

ALCALDES PERPETRADORES

No me sorprendería si un análisis de la situación concluyera que son los alcaldes distritales los que más daño están haciendo, al permitir lo que se levanta en sus jurisdicciones.  Ninguno parece haber  desarrollado un plan de protección de patrimonio local.

Por el contrario, su mal entendida noción de modernidad los ha llevado a dar luz verde a horrores urbanos como los que se ven sobre la Av. Arequipa, o la Av. San Felipe, y muchas otras.

Miraflores, por mencionar un lugar emblemático de la ciudad, tenía barrios enteros con encantadoras muestras de arquitectura temprana del siglo XX, que le daban originalidad y atractivo.

Hoy eso viene siendo reemplazado por muros, paredes anónimas, rejas anodinas e hileras de púas, que hacen de la ciudad un lugar ajeno, inhóspito.  Sin ningún respeto por la memoria de ese momento que ayudó a definir lo que el distrito es hoy.

EL VALOR DE UN MOMENTO

Hace unos meses entrevistaba a la alcaldesa de Montevideo, Ana Olivera.  Ahí, el legado que protegen con dientes y uñas no tiene más de 150 años de antiguedad.  Buena parte de eso es arquitectura local, sencilla, sin ningún otro mérito que tener más de 100 años.  Y está fuertemente protegida por ley.  

Cuando le pregunté por qué ese celo, su respuesta fue simple: "porque representa un momento en la vida de la ciudad.  Nos recuerda cómo vivíamos entonces".

Me dio vergüenza decirle que en Lima tenemos arquitectura monumental de más de 4.000 años de antigüedad. Y que no sabemos protegerla.

EL SILENCIO  

En Lima quienes autorizaron estas mutilaciones, como la misma de Puruchuco, fueron personas "cultas". Aquí lo que mantiene su vitalidad es la tradicional  cultura del 'yo hago lo que quiero', y 'no me importa el otro'.  Este parece ser el único legado que hemos defendido y protegido por siglos.

Porque a todos nos conviene en algún momento.

La ministra de Cultura hace poco dijo que hay que preservar el patrimonio arqueológico, pero prefirió no hablar para la nota que publiqué hace unos días en El Comercio.  ¿Estaban analizando la situación? Pudo decir eso, pero tras dos días de insistentes llamadas, nada.

Mientras tanto, la poblacíon la veía por televisión en Mistura, la veía en alguna inauguración de arte, o la veía cantando descalza con una frazada.  

EL FUTURO EN NUESTRAS MANOS

Pero parece que vivimos un momento diferente. Esta semana, un colectivo de artistas y ciudadanos preocupados por el patrimonio organizó un plantón frente al ministerio. El próximo mes tendremos una marcha.  Y en las redes sociales va en aumento la discusión sobre estos temas.  Va creciendo el interés y el hartazgo. 

Quizás ahora, que no somos un país (completamente) muerto de hambre, podemos volver a mirar a nuestra herencia cultural y decir aquí hay algo que nos importa, que nos refleja a todos, y creemos que vale la pena cuidar.

Quizás lo que vemos es el inicio de una nueva manera de ponernos de pie, de decirle a los que tienen capacidad decisión: estamos hartos y no queremos más indiferencia. Hagamos algo, juntos. 

 
Foto: adaptada de http://museosdelperu.blogspot.com